EMILIO MAJORI,PRESIDENTE DEL CENTRO DE INDUSTRIALES Y PANADEROS DE LA MATANZA

13 - Silvio VallejosPor Silvio Vallejos

“Eso te pasa por enseñarle a hacer guita a los negros”

La frase que Emilio Majori le dijo a un viejo integrante del Centro de Industriales y Panaderos de La Matanza, aturdió a todos los que asistieron a la Asamblea General Ordinaria de Socios de la entidad. El ambiente estaba caldeado ya de antemano, pero luego de esa expresión, todo se desmadró. Dos veces Majori intentó irse a las manos con otro de los socios, que le atribuyó a él esas palabras.

La división en el Centro de Panaderos obedece a dos problemas serios, por un lado, los nuevos crecen en economía y en número, y los viejos, que pertenecen al primer cordón del conurbano, tienen diferencias con la actual conducción, a la que sin embargo, le deben muchos favores. El otro escollo serio es el balance del 2013, que según denuncian varios socios, “tiene huecos difíciles de ocultar”.

En medio de esos problemas, la Comisión Directiva intentaba además, separar de su cargo a quien hasta ese momento, era el vicepresidente de la institución, José Hernández, quien lidera a los nuevos panaderos y simpatiza con varios, que hasta no hace mucho, trabajaban junto al actual presidente y sus seguidores más cercanos, pero que según explicaron, “no compartimos las arbitrariedades que aparecieron en el balance”.

No sobraron empujones, bravuconadas, y llegado el momento más crítico de la reunión, entre cuatro de los asistentes tuvieron que sacar al presidente a un costado, “hasta que se calmaran las aguas”, dijeron luego. Previo a eso, se cuestionaron las presencias de la policía, del periodismo, de las cámaras contratadas por algunos socios, del veedor de la Federación Provincial y de un socio que nadie conocía, y al que, públicamente, se acusó de pertenecer a la policía.

Para empeorar la situación, en los alrededores había unos diez integrantes de la barra brava de Boca, que parecían simpatizar con Majori, todos ellos bien identificados, con sus correspondientes tatuajes y ropa haciendo juego. También estaban presentes, varios de los socios de la zona de Virrey del Pino, Isidro Casanova y Laferrere, que no pudieron ingresar al lugar, por diferentes motivos. Este grupo, también con cara de pocos amigos, simpatizaba con José Hernández, pero exponían a viva voz su condición de trabajadores y panaderos.

Unos cuarenta minutos antes de comenzar la Asamblea, Hernández, hasta ese momento todavía como vicepresidente, le señalaba al abogado de la Comisión Directiva, Andrés Santo, que se iban a dar números denunciando falta de transparencia en los balances de la institución.

“No me parece bien; decir eso en una Asamblea es un error”, señaló el letrado. Por otra parte, más tranquilo, ya fuera de la institución, Hernández explicó que, “sólo mirando lo que se hizo con el salón de fiestas, no se puede avalar la aprobación del balance. El dinero de los alquileres no pasa por las arcas del Centro de Panaderos, porque no deja ganancia”, denunció. Además, cuestionó los gastos en publicidad, “que pasaron de tres mil pesos el año pasado, a noventa mil, este año”.

Como en cualquier reunión de estas características, la gente se acreditaba temprano, sin problemas, en tanto Víctor Addamo, primer vocal de la comisión directiva de la entidad, y mano derecha de Majori, se acercó serio a este cronista, para averiguar quién era, todo en medio de nerviosas discusiones entre distintos grupos de socios.

La tensión se sentía en el ambiente, los sectores en disputa, caminaban de un lado al otro, del acogedor salón de fiestas, que tantas veces es utilizado públicamente para distintas expresiones sociales, políticas y culturales.

De fondo, se sentía un aroma envidiable, que provenía de las parrillas donde se preparaba el almuerzo, que minutos después de celebrada la asamblea degustaría la Comisión Directiva, junto a sus seguidores.

“Sigue lo mismo, siguen manejando a la gente como ellos quieren, nos dijeron negros de mierda, se contaron los votos dos veces, hubo gente que subía y bajaba las manos, va, lo de siempre; yo quedé fuera de esta institución, voy a estar con mi familia, con los amigos más tiempo, y no amparando a esta gente, mientras tanto seguiremos los pasos legales en personería jurídica, y que la Ley actúe”, concluyó Hernández.

Las discusiones no se centraron en el costo del pan, los acuerdos con el gobierno, ni nada parecido. En esa supuesta Asamblea pública, de la que fuimos obligados a retirarnos, se discutieron cosas más terrenales, relacionadas con el poder y los vínculos con la política local, negocios que abarcan todo tipo de intereses, alejados de la gente que a diario compra el pan cada vez más caro.