Hospital de Niños de La Matanza – Por Silvio Vallejos

“OLVIDARON UNA GASA DENTRO DE MI HIJA”

Tras un año de idas y vueltas, después de que fuera operada de la vesícula, continúa la lucha de Priscila Hurtado (14 años) y su familia, para que las autoridades del Hospital de Niños de La Matanza expliquen por qué, la adolescente se encuentra hoy internada y sin un pronóstico claro.

“Personal del Hospital confesó que cuando culminaron la operación, quienes tenían que cerrar la herida, olvidaron una gasa dentro de mi hija”, denunció Ana Hurtado, madre de la adolescente.

Priscila fue atendida en forma regular por los profesionales del Hospital de Niños, quienes luego de varias visitas, diagnosticaron un cuadro infeccioso en la vesícula. Entre el diagnóstico y la internación para operarla, pasaron tres meses. Como se trataba de una adolescente, los profesionales optaron por el modelo de operación conocido como laparoscópica, que deja tres puntos apenas perceptibles en la piel. Pero hubo un problema de sangrado que finalmente los obligó a llevar a cabo la operación convencional. “El resultado fue espantoso, durante seis meses sufrió dolores y vomitaba, porque según entiendo, la gasa obstruía todo lo que ingería”, explicó la madre de la adolescente.

“Durante casi un año, fuimos de casa al médico y del médico a casa. La nena no podía comer, todo lo expulsaba. Al principio decían que se debía a travesuras de ella, que se levantaba de noche y comía cualquier cosa, pero no es verdad”, explicó la mujer angustiada.  Más tarde, los médicos mandaron a hacer nuevamente los estudios, y una vez analizados los datos, descubrieron una obstrucción y debieron recurrir una vez más al bisturí. “Ahí me dijeron que había uñas y pelo dentro de mi hija, pero no es cierto, ella tiene catorce años, no dos, creo en la versión de que se olvidaron algo adentro, y que por eso todavía no me dan los resultados finales”, aseguró Ana.

Por doquier, proliferan historias sobre niños y adolescentes, que, luego de ser intervenidos en el Hospital de Niños, terminan con cuadros complejos, a raíz del contagio de virus intrahospitalarios. Al menos cuatro menores fueron mencionados además de Priscila. La joven no solo sufre por su dolencia y la supuesta mala praxis de los médicos, también contrajo lo que en el ámbito médico se denomina infección nosocomial o infección intrahospitalaria.

El contagio se produce por la falta de esterilización o de antisepsia de las instalaciones médicas. De manera imprevista, se produce un contacto involuntario entre los pacientes y los microorganismos patógenos, dentro de las instalaciones hospitalarias o centros de salud.

El caso es mucho más serio si se trata de menores. La imagen del Hospital de Niños, no es la mejor. La entrada está descuidada, los suelos percudidos. Hay suciedad amontonada en los costados del hall central. Menores, de entre tres y doce años, corriendo y jugando en medio de la basura. Perros callejeros sin cuidado, caminando entre los chicos. Pocos médicos, mucho personal de seguridad. Y al menos un cooperativista del plan “Argentina Trabaja”, que se arroga la responsabilidad de estar al frente de la seguridad en todo el hospital.

Las autoridades responsables del nosocomio, al mediodía del jueves 16 de enero, no estaban presentes. Sólo una mujer de guardapolvo se animó a hablar sin brindar su nombre, para informar a este cronista que no podía sacar fotos de las instalaciones.

Pero fue Juan Garay, abuelo de Priscila, quien enfrentó a los preocupados funcionarios: “Ustedes no tienen ningún derecho de prohibirme decir lo que pienso. A mi nieta, salvo por su dolencia y todas las dudas que hay con eso, la trajimos sana, ahora tiene un virus, que se agarró en terapia, no sé por qué no pueden esterilizar las cosas, todos los chicos que pasan por terapia se contagian algún virus, y eso no puede ser. Encima ahora ustedes quieren que nos callemos la boca, y dicen que no se pueden sacar fotos, esto es una vergüenza”.

 A FALTA DE MÉDICOS, BUENOS SON LOS PATOVICA

“Tiene que pedir permiso en la Secretaría de Salud y si lo autorizan, debe venir por la mañana, para hablar con las autoridades”, explicó una mujer de guardapolvo, rodeada de tres empleados de seguridad y alguien a quien el personal de planta permanente del hospital, señaló como un contratado político, que está incluido en el plan de las cooperativas “Argentina Trabaja”. Un hombre joven, morocho, de pelo largo y suelto, sin uniforme ni delantal.

El cooperativista afirmó que, “la seguridad del lugar” estaba a su cargo, y ratificó lo señalado por la mujer de guardapolvo que, “de ninguna manera podían sacarse fotos”.

De acuerdo a uno de los empleados, el sistema actual comenzó cuando aumentaron los incidentes por la falta de profesionales. Entre las historias más truculentas, cuentan que un hombre, a punta de revolver, obligó a los médicos a atender a su hijo, luego de esperar más de una hora en la guardia.

La respuesta de las autoridades ante las denuncias, no fue contratar médicos para satisfacer la demanda sino incorporar personal uniformado para garantizar la seguridad, de la cada vez menos concurrida plantilla de profesionales.