EL BRONCE PARA FEDERICO

 

Por Prof. Joaquín G. Puebla

 

La militancia peronista de La Matanza concretó uno de los más merecidos homenaje que un dirigente político puede tener. A través de un trabajo militante el pasado 16 de agosto la militancia peronista matancera inauguró el busto de Federico Pedro Russo, ex Intendente matancero, maestro de dirigentes y una leyenda del peronismo local.

 

 

Federico no fue un dirigente más, fue un político que dejó su impronta en la militancia política matancera tanto del peronismo como de otras fuerzas políticas. Sus acciones y gestos fueron el reflejo de una personalidad humilde. Un hombre campechano y comprometido con las realidades cotidianas del pueblo matancero lo hicieron estar en un lugar de privilegio en el corazón de la mayoría del pueblo.

 

 

Hace muchos años, en la puerta de la catedral de San Justo, durante una misa en memoria del Gral. Perón, me le acerqué y le pregunté por qué no entraba a la misa. Con un cigarrillo en la mano y apoyado contra la pared, me dijo: “Pibe yo vengo pero no entro”.

A Federico lo conocí siendo maestro de la Escuela 150 de Ciudad Evita. Necesitábamos que el municipio cortará el pasto del terreno de la escuela y, ante la apatía de la delegación municipal, la Directora me envió a presentar una nota a la oficina del Intendente. Con la nota en mano fui preguntando y golpeando puertas entre a un despacho y ante mí insistencia escuché un grito que decía: “PASE”. Algo temeroso de haber metido la pata entre en el despacho de dónde salió el grito y me encontré con un hombre tomando mate y leyendo el diario. Eran las 06.45, había ido temprano para presentar la nota y no llegar tarde a la escuela. El mencionado señor (no sabía quién era porque yo venía a trabajar desde Flores, todavía no me había adoptado el distrito) me preguntó que quería y le enseñé la nota. Me dijo: “Sabes cebar mate” y ante mi respuesta afirmativa me señaló la pava y se pudo a leer la nota. Hablamos unos cuantos minutos y como andaba muy justo de tiempo le dije si le podía hacer llegar la nota al Intendente. Me miró y me dijo: “Yo te lo arreglo pibe, anda tranquilo”. Le pedí si me firmaba la copia y me fui a la escuela. La Directora me dijo que me habían metido el perro pero a eso de las 10.30 Hs. un tractor de la delegación municipal se paró en la puerta de la escuela y dijo que venía a cortar el pasto. Desde ese momento y hasta que deje el establecimiento todos los meses venían a cortar el pasto.

 

 

Varias veces pude hablar con Federico siendo periodista y siempre se acordaba de la dichosa nota. Un día le pregunté: “Viejo (así lo llamaba yo) porqué te quedaste como Intendente cuando podrías haber ocupado cualquier cargo que se te hubiera ocurrido?”. Me miró serio y se acercó casi a mi oído. Como en un susurro me dijo: “Pibe tengo solo sexto grado. Acá manejaba bien todo porque los conozco a todos pero más no da”.

Federico Pedro Russo merece el bronce y lo tiene en la intersección de la calle que lleva su nombre y la ruta 3, pero también merece un busto en la Plaza San Martín de San Justo junto a otro Intendente que hizo historia en el municipio: Alberto Balestrini.

 

Son deudas que la política y, los políticos, locales tienen para estos dos hombres que más allá de cómo hayan desempeñado su cargo fueron formadores de dirigentes y que, sin duda, cuando estuvieron al frente de la gestión municipal hicieron mucho para mejorarle la calidad de vida a su pueblo.

 

 

Hay infinidades de historias y anécdotas de Federico pero todas ellas no alcanzan a completar el cuadro o la imagen de un político que dejó una impronta muy fuerte en la política matancera.

 

FEDERICO RUSSO EL “INTENDENTE DE PUERTAS ABIERTAS”

 

Federico Russo fue Intendente de La Matanza entre 1983 y 1991. Una anécdota que pinta de cuerpo y alma a Russo es la que voy a narrar a continuación (http://conurbanos.blogspot.com/2009/10/mucho-mas-que-el-quindimil-de-la.html)

 

 

Don Federico fue candidato a Intendente de la Agrupación que él mismo presidía, “Lealtad Peronista”. En aquel momento (hablamos de fines del ‘82, principios del ‘83), el hombre había sido reincorporado como empleado municipal (como tantos otros peronistas, había sido echado del Municipio luego del Golpe del 76) con tareas de cafetero. Cuando fue proclamado candidato en forma oficial pidió licencia, y luego se desempeñó en el cargo de Intendente hasta el 10 de diciembre de 1991.

En el momento en el que le transfirió el poder a Héctor Cozzi (su sucesor), a Don Federico le faltaban dos días para jubilarse.

 

 

Así que 48 horas después de haber dejado de ser Intendente, el 12 de diciembre de 1991 a las 7 de la mañana, se presentó en el Palacio Municipal de la calle Almafuerte para cumplir las tareas que tenía asignadas ocho años atrás.

Con la pilcha de cafetero puesta, se presentó en la oficina de mayordomía (entrando al edificio por Almafuerte, hacia la derecha, en dirección al Patio Las Heras).

 

 

Obviamente provocó un revuelo increible en el edificio, porque todo el mundo se acercaba para saludarlo, y como nadie lo podía creer, explicó ahí mismo que, como le faltaban dos días para cumplir con los años de aportes, había ido a trabajar a su anterior empleo en la Municipalidad.