Por Gustavo Ferragut
Todos sabemos que la gestión del intendente está estancada, desde que se dedica a buscar nuevos horizontes. Es inocultable que ya no quiere gestionar para La Matanza porque ya no soporta las calles rotas, la falta de agua, la pobreza, el olor a miseria en el cual se encuentra estancado el distrito desde hace 37 años, de los cuales, al menos 12 años, pertenecen a su gestión.
No sólo la oposición expresa que la gestión del intendente está agotada, ahora también el peronismo dice que ya no se dan respuestas, que lo único que hay para calmar los reclamos son bolsas de polenta, fideos y arroz y, en algunos casos, un poco de leche en polvo.
La ebullición en las bases está latente, ya hay varios dirigentes del PJ que no disimulan su desencanto con las siderales inversiones en medios de comunicación nacionales que no son utilizadas para publicitar los actos de gobierno local, sino, para evitar que se publiquen en los medios nacionales todas las deficiencias y reclamos del distrito.
Si la gestión está agotada, ahora se agravó más. Hace unos días se enfermó de Covid, Daniel Lentini, funcionario por cuya oficina pasan todos los expedientes y trámites que luego de “UNA VENIA ESPECIAL”, se autorizan y se aprueban.
Ya había en su despacho un cúmulo de expedientes parados esperando esa “VENIA”, pero por su contagio y aislamiento, ahora no hay nadie que pueda mover un trámite, por lo cual la gestión no solo está agotada, si no que ahora, está literalmente paralizada.
Nadie puede resolver nada, nadie puede gestionar, los problemas se acumulan y el intendente está en su oficina una vez por semana, llega a su despacho y encuentra una gran cantidad de problemas que lo agobian, que cada vez más, lo hacen mirar en busca de un destino fuera de La Matanza.
Es fundamental que el Peronismo se rebele y conforme, junto a la oposición, un fin de ciclo para que podamos salir de décadas de postergación.
La Matanza necesita de grandes acuerdos que le devuelvan la dignidad a los trabajadores municipales, que les dé un rumbo donde los empresarios puedan invertir y generar trabajo, donde los vecinos se organicen para mejorar su barrio y no para pedir que terminen con la inseguridad que los mata todos los días, donde los que se esfuerzan estudiando en la universidad puedan desarrollar sus conocimientos en el distrito.
Parafraseando diría, HAY QUE PONER DE PIE A LA MATANZA. Y para eso hay que rebelarse a vivir así como estamos. Una rebelión que se manifieste en las urnas que algo mejor se puede lograr.