BALESTRINI: A 20 AÑOS DE LA HAZAÑA

 

Por Prof. Joaquín G. Puebla

 

Hace 20 años el (entonces) Senador provincial Dr. Alberto Balestrini ganaba la interna del peronismo matancero; le ganó al poder, al aparato, a la billetera, al clientelismo político, a la apretada en la Unidades Básicas, a la compra de voluntades, a la militancia rentada y tantas otras cosas más que dejó Alberto “El Muñeco” Pierri como sello propio en el peronismo local.

 

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El 9 de mayo de 1999 se celebraron las internas del PJ provincial y local para la elección de los candidatos de cara a las elecciones generales.

Ese 9 de mayo fue un día histórico porque casi sin nada, Balestrini (con el apoyo del entonces Gobernador bonaerense Eduardo Duhalde) enfrentó al aparato político más poderosos de la provincia de Buenos Aires que conducía férreamente el Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación Alberto Pierri y administraba el Intendente Héctor Cozzi.

 

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Desde que fue designado por Duhalde como candidato a Intendente (esa es una jugosa historia que algún día será contada), Balestrini solo enfrentó dificultades porque jugaba contra el poder, el verdadero poder político y económico.

Su Agrupación “Ramón Carrillo” no era lo que es ahora, en ese entonces eran bastantes menos; solo un reducido grupo de dirigentes y militantes con ganas de cambiar la historia del distrito porque a la “Banda de Alberto” (por Pierri) no se la aguantaba más.

 

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Si bien la pelea de fondo era entre Duhalde y Menem, la lucha principal en el distrito era entre Cozzi (el candidato de Menem – Pierri) y Balestrini (el candidato de Duhalde). Para la interna se anotaron varias otras listas, las cuales le restaban votos a Balestrini.

Fue una campaña intensa, de mucha militancia, de mucha entrega, arañando mangos de todos lados para enfrentar al aparato y la billetera.

 

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Por ese tiempo volvía al distrito a trabajar como periodista y termine trabajando como militante junto a los amigos de la vida como “Ringo”, “Pelusa”, “El Negro Quinteros”, “El Loco Omar”, “El Gordo Gustavo”, Diego, “El Gallego” y algunos más que no vale la pena nombrar. No teníamos un mango partido al medio, entre todos juntábamos las monedas para comprar yerba y unos puchos, pero la tarea militante se hacía y el objetivo no era que ganará Balestrini, el principal objetivo era ganarle a Pierri que había “prostituido la militancia peronista” (esas cosas que nos asombraban en ese tiempo descubrimos que, en la actualidad, se siguen utilizando, por ahí, un poco más refinadas).

 

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A la distancia se suele engalanar los recuerdos pero les puedo asegurar que cada día era un 17 de octubre porque se caminaba, se iba a los barrios y se recorrían casa por casa. Se paraban a los militantes del pierrismo para convencerlos y lo hacíamos. Esos meses de campaña fueron febriles, intensos, jugándose el cuero en cada cartel que se pegaba y, a su vez, se pegaba fuerte en cada cruce.

 

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Si bien colaboré en la fiscalización de una escuela de San Justo, tuve la oportunidad de vivir la intensidad del día de la elección como periodista. Recorrí varias escuelas y se notaba el ambiente tenso que presagiaba cualquier cosa.

Se veían desfilar por las escuelas a los autos de Pierri que, llenos, llevaban a votar a los “Pechitos Amarillos” (se podría comparar con los actuales cooperativistas); eran 10 o 20 autos contra uno o dos de Balestrini.

 

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Antes de las 17 horas me dirigí al comando de campaña ubicado sobre la Avda. Kennedy (actual Juan Domingo Perón) en el local Raúl Mathiu. Al llegar no había casi nadie y hacia las 18 horas se fue llenando de gente. Alberto Balestrini apareció a eso de las 19 horas junto a Fernando Espinoza. Si mal no recuerdo éramos solo un par de periodistas, la mayoría estaban en el comando de la Liga Federal.

 

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La espera se fue haciendo larga porque los datos tardaban en llegar (no nos olvidemos que la telefonía celular desde unos pocos años antes había hecho presencia en la vida Argentina y su uso era muy costoso); había una habitación, a la cual tenían prohibido el ingreso toda persona ajena al comando de campaña, donde estaban dos o tres teléfonos para ir recibiendo los resultados de las escuelas. Cada vez que sonaba uno de los teléfonos se hacía un silencio total y, minutos después, salía una compañera (a la cuál le perdí el rastro) lagrimeando con un papelito en la mano. Se lo entregaba a la gente que hacia los cómputos y se sentaba frente a una mesa y lloraba a moco tendido, le preguntábamos que le pasaba y no soltaba prenda. Así una y otra vez. Después de varios ir y venir, con palabras entrecortadas nos dijo: “Estamos ganando”.

 

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Alberto Balestrini estaba caminando por las paredes, fumaba esos puritos suyos uno tras otro y entraba y salía de la oficina. A eso de las 20.30 horas, casualmente estaba hablando informalmente con los pocos periodistas presentes y recibe el llamado de Duhalde a su celular. Se quedó duro y solo murmuraba “Estas seguro…estás seguro…”. Hizo un puño su mano izquierda y se la llevó a la frente y bajó un poco la cabeza. Vi como sus ojos se llenaban de lágrimas, no lo vi llorar pero si emocionado. Cortó y con voz entrecortada nos dijo: “Duhalde dice que ganamos”.

Un par de horas después se confirmó el triunfo y se desató la locura.

 

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Hay algunas cosas que me llama poderosamente la atención y es que muchos (por no decir la mayoría) dirigentes y militantes que apoyaban a Alberto Pierri y se enfrentaron con Alberto Balestrini en esa histórica elección, hoy ocupan los principales y relevantes cargos en la actual administración municipal. Miro y me pregunto que pensaran los pocos dirigentes y militantes que se jugaron junto a Alberto Balestrini. Muchos se han ido a esperarlo a Alberto y, otros, están marginados de la gestión municipal. Si uno va a un acto de Fernando Espinoza y Verónica Magario ve colgados de los palcos o sentados en primera fila a los mismos dirigentes y militantes que aplaudían a Pierri y Cozzi.

 

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Todo lo que vino después, es otra historia