SOBRE JUGADAS MAESTRAS EN LA POLÍTICA

 

Por Lic. Jorge Amaya

 

Hace unas semanas Cristina Fernández de Kirchner nos sorprendió a todos con una jugada que nadie esperaba. Conformó la fórmula presidencial que competirá en las próximas elecciones y ella misma ocupará el lugar de candidata a Vicepresidenta mientras Alberto Fernández será quien aspire a ser Presidente.

 

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Esta decisión, echa por tierra especulaciones de dentro y fuera del Movimiento Nacional. Hacia afuera, 1) demuestra su capacidad de ceder ante aquellos que “no la votarían”, porque quien lleva el papel principal ahora es Alberto Fernández; 2) desbarata cualquier estrategia electoral del oficialismo contra su figura porque ya no es ella a quien pueden señalar con el dedo revisando supuestos errores de sus gobiernos anteriores; 3) Inicia junto a Alberto Fernández la más importante alianza para competir democráticamente contra la derecha conservadora y el neoliberalismo. Y, hacia adentro, acaba con el impulso pretendido por los intendentes de aceptar a Cristina como conductora pero no la postulación de Axel Kicillof. Doblete.

Pero como nuestra obligación es traer al presente algunos hechos históricos, hoy recordaremos a un político sobresaliente aunque en las antípodas de mis convicciones. Una cosa no quita la otra y, por lo tanto, hablaremos aquí de Julio Argentino Roca, quien fuera dos veces presidente de la Nación por aquella época en que los gobiernos oligárquicos conducían los destinos nacionales.

 

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Al hombre, justamente, lo llamaban ‘El Zorro’ porque era sagaz, inteligente, atrevido e inescrupuloso (casi un Durán Barba del siglo XIX) en cuanto a sus decisiones en la lucha por el Poder; y un verdadero estadista porque sabía perfectamente qué tipo de país quería (un país exclusivo para la élite terrateniente) y siempre se dirigió hacia ese objetivo estratégico.

Roca terminó su primer período presidencial en el año 1886, y puso (sí, ‘puso’) en la presidencia a su cuñado Miguel Juárez Celman. Para no abundar en detalles, diremos que Juárez Celman resultó ser peor de lo imaginado y en 1890, Roca y el vicepresidente Carlos Pellegrini acordaron el retiro de Juárez Celman quien no tiene más remedio que renunciar y dejar a Pellegrini como Presidente hasta terminar el mandato.

 

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A fines de 1991, comenzaron los preparativos para las elecciones presidenciales y, tal como sucede en la actualidad, hay amagues, posicionamientos, alianzas y acuerdos y desacuerdos. Hay tres partidos que aspiran a gobernar la Nación: El Partido Autonomista Nacional (PAN) de Roca; la Unión Cívica de Bartolomé Mitre y Leandro Alem; y, aparece una nueva figura en la escena política: Roque Sáenz Peña y su nuevo Partido Modernista.

 

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Roca no creyó que él debiera abandonar la conducción de la política nacional como profetizaba Roque Sáenz Peña. ‘El Zorro’, entonces, propuso a Mitre una alianza entre su partido y la Unión Cívica, y apoyó que Mitre, fuera el candidato de la unidad con la condición de que las listas estuvieran conformadas por mayoría de ‘roquistas’ del PAN. Mitre aceptó, pero el que no aceptó fue Alem que puso el grito en el cielo y provocó la ruptura de la Unión Cívica y conformó, con sus seguidores, la Unión Cívica Radical. Roca y Mitre acordaron que ellos mismo serían prescindentes en la elección.

 

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Roca debe haber pensado: ‘uno menos’; pero le quedaba el hueso más duro de roer, porque Roque Sáenz Peña pretendía ser el recambio ante el desgaste de viejos políticos enquistados en el poder y muchos lo apoyaban incluso en las provincias.

Julio Argentino Roca debía encontrar una solución para detener el avance del Partido Modernista y su joven líder. Debía conservar el poder, ya no ocupando él mismo la presidencia sino ungiendo a alguien de su confianza, alguien débil y dependiente, alguien que hiciera y deshiciera lo que él, Roca, decidiera. Y encontró al hombre perfecto.

 

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Un jurista ya entrado en años, sin importantes participaciones en la vida política, un hombre que respetaba al estratega que era don Julio. Y además, un candidato a quien Roque Sáenz Peña no se animaría a combatir o criticar.

El candidato del Partido Autonomista Nacional para las elecciones del 10 de abril de 1892 fue don Luis Sáenz Peña, padre de Roque Sáenz Peña, quien no fue capaz de enfrentarlo y bajó su candidatura.

 

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Luis Sáenz Peña ganó las elecciones con el apoyo de Roca y el acostumbrado fraude en las provincias.

Sáenz Peña al gobierno. Roca al Poder.