Por Prof. Joaquín G. Puebla
Roque Sáenz Peña (1910 – 1914) cuando impulsaba la reforma electoral que se vería luego reflejada en la ley que lleva su nombre (voto obligatorio, secreto y universal), sostenía, contra la opinión de muchos de su propio espacio político, que dicha reforma no los dejaría fuera del poder. Es más, sostenía enfáticamente que no existía “un peligro radical” porque nadie los conocía, vivían una vida partidaria secreta, nadie sabía cuántos eran, la mayoría del pueblo no conocía a sus dirigentes, estaban siempre ocupados en internas y conspiraciones y, principalmente, el pueblo sabría reconocer los valores y bondades de los dirigentes que habían llevado a la prosperidad a la nación.
Obviamente se equivocó casi en todo porque el radicalismo cuando el pueblo pudo votar en libertad, demostró su ascendencia sobre el mismo siendo gobierno durante 18 años consecutivos (Yrigoyen, Alvear y nuevamente Yrigoyen) pero en algo no estuvo errado, en el tema del internismo.
Este virus político casi destruyó al radicalismo entre 1930 al 1946 y, para muchos (entre los que me incluyó), el advenimiento del peronismo salvó literalmente a dicha fuerza política porque la obligó a renovarse y dejar paso a una nueva camada de dirigentes que le dieron a la república dos presidentes y varios legisladores de peso político determinante que marcaron una etapa que, podría decirse, duró hasta los años ’70.
El regreso del peronismo al poder (Cámpora y luego Perón) produjo una fuerte renovación dirigencial que le dio al país dos presidentes (en los ’80 Raúl Alfonsín y en el ’99, Fernando de la Rua).
Con el nuevo siglo la voracidad interna de algunos dirigentes ha mantenido al radicalismo en franco declive dejando de ser la histórica fuerza política que siempre pivoteo el poder.
Con este somero y rápido pantallazo histórico intento explicar la situación de un partido político que, a nivel local, siempre tuvo incidencia y representatividad.
Hoy el radicalismo matancero es una pobre versión de lo que fuera años atrás, no tiene legisladores locales y tampoco hay radicales matanceros en las cámaras legislativas provinciales ni nacionales. Pero esta situación no es casual, la falta de unidad del radicalismo matancero, “el tristemente famoso conchabo” (La papeleta de conchabo – del latín conclavāre: asociar- fue un documento de uso obligatorio para todos los no propietarios en edad de trabajar en las zonas rurales de la Argentina a lo largo de casi todo el siglo XIX. Era otorgada por los propietarios de estancias, y acreditaba que el peón que la portaba estaba empleado a sus órdenes. Las autoridades civiles, militares o policiales estaban autorizadas a exigir su presentación, y en caso contrario a detener y castigar al infractor como vago. La condena prevista por vagancia era el servicio de las armas en los ejércitos de línea durante varios años; en caso de que el infractor no gozara de las condiciones de salud requeridas para el servicio militar, era condenado a la realización de servicios públicos sin sueldo por el doble de los años previstos) y ambiciones desmedidas u sin fundamento de algunos de sus dirigentes propicio que, desde la cúpula provincial, se incida en la interna local.
Todos los dirigentes radicales a nivel provincial y nacional, vienen a buscar los pocos votos que aún tiene el radicalismo en el distrito, votos que son determinantes para una elección interna y que ayudan mucho a la elección de legisladores provinciales y nacionales, pero por impericia o interés, la dirigencia radical local, desde hace muchos años, no ha podido colocar en las listas provinciales y nacionales candidatos.
OTRA INTERNA LLENA DE CONFLICTOS
La última elección interna del radicalismo local fue muy conflictiva y se realizó en dos etapas por denuncias de fraude.
En días nomás el radicalismo irá nuevamente a las urnas para elegir una nueva conducción partidaria, a nivel provincial se llegó a conformar una lista de unidad detrás del Vicegobernador Daniel Salvador y en La Matanza se presentaron tres listas, de las cuáles, quedaron dos en pie (en realidad no sé sabe si son dos o tres) una lleva como candidato Presidente del Comité de Distrito al dirigente, de Isidro Casanova, Jorge Brunolaro y la otra, con el slogan “Si todo te da igual, estás haciendo mal las cuentas” al histórico dirigente Pancho Tramanelli.
Hay denuncias cruzadas y mucha tela para cortar pero eso lo irán contando los protagonistas.
El único espacio institucional que tiene el radicalismo matancero, en la actualidad, es la Defensoría del Pueblo, con Silvia Carpino como defensora y José Mira como co – defensor.
El proceso para la elección de un nuevo Defensor del Pueblo comenzó (http://www.el1digital.com.ar/articulo/view/61264/comienza-el-proceso-de-seleccion-del-defensor-del-pueblo#.V-1qenM44Nw.facebook) dado que el mandato de Caprino está a punto de finalizar y podría, según varios analistas, quedar relegada del mismo dado que el radicalismo no cuenta con un edil que patrocine su candidatura.
Obviamente Silvia Caprino cuenta con el aval del oficialismo matancero porque apoyo su nominación en dos oportunidades pero la conformación actual del HCD obligaría a un mayor esfuerzo para consensuar su nombre con otras fuerzas políticas hecho que, en principio, se ve algo complicado por la mala o inexistente relaciones con el PRO (en sus dos versiones locales: ligh y extra ligh) su socios políticos provinciales y nacionales en el espacio de “Cambiemos”.
También está circulando fuertemente un rumor (no confirmado) de que Silvia Carpino tendría como destino un lugar en el gabinete municipal de Verónica Magario en caso de no continuar al frente de la Defensoría del Pueblo, cosa que (personalmente) veo muy improbable por la poca amplitud política de la actual Intendente y, aún menos, del ex Intendente y actual Jefe de Asesores y Asesor Estrella del municipio, Fernando Espinoza.