Por Nicolás Brandolini
El miércoles pasado fue un día agitado, casi trágico, en el que se cruzaron varias imágenes de acontecimientos que los argentinos, no merecíamos vivir y que por dónde se lo mire, se mancha al ejercicio de la política. Isaac Asimov es el autor de esta frase que bosqueja casi al detalle lo ocurrido esta semana: “El último recurso del incompetente es la violencia”. Y eso pasó. Lo sucedido en Comodoro Py, no solo fue violento para los periodistas que allí estuvieron sino que también lo fue para la salud de la democracia Argentina. 
El acto que montaron “La Cámpora” y otras agrupaciones entre las que se encuentra Justicia Legítima propiedad de La Procuradora General de La Nación, quien con ayuda de su alférez Sebastian Slokar(Titular de la Cámara de Casación penal y responsable de la seguridad dentro de Comodoro Py) lograron colocar desde un escenario, hasta una bandera en la terraza del mismo edificio. El papel de la policía dentro y fuera del predio fue nulo, declarado “zona liberada”. 
La Cámpora como broche de oro, fue quien ejerció dicho poder como si fueran efectivos de la “Federal” con la diferencia que en vez de chalecos llevaban pecheras con la leyenda “organización”. El tema de la seguridad fue un punto grave, dentro del Palacio de Justicia y fuera. El objetivo del oficialismo fue dejar en evidencia al Kirchnerismo y esquivar enfrentamientos de los militantes con las fuerzas de seguridad, aunque haya que sufrir daños colaterales.
Seguro en el Kirchnerismo alguien ha leído a Asimov y se tomó muy a pecho el amor por el género fantástico del escritor Ruso. Este dijo en una de sus obras una frase que contrasta con lo vivido en Comodoro Py al pié de la letra: “solamente una mentira que no esté avergonzada de sí misma puede tener posibilidades de éxito”. En el fondo le guste a quien le guste, para evitar un procesamiento es necesario presentar pruebas y llevar 10000 militantes ante la puerta de un juez no convierte al acusado en inocente. Más aún cuando al día siguiente de este “espectáculo sin precedentes” un nuevo capítulo de los Panamá Pappers apunta contra “La presidenta del pueblo” (así se habría presentado Cristina, ante el juez Bonadío) y Lázaro Báez quienes en una nota del diario Le Monde, ambos habrían usado a la Cruz Roja para lavar dinero con la firma de Aldyne: La razón por la que la ex Presidenta se habría desviado en uno de sus viajes diplomáticos a las islas Seychelles.
Sobre lo dicho y actuado, lo que está en juego en este caso es la capacidad de la política para dar opiniones objetivas sobre temas concretos. Cristina Fernández le respondió al juez Claudio Bonadío con un discurso político armado al estilo del “Modelo Nac & Pop” cuando debía haber dado uno judicial y como contraparte el presidente Mauricio Macri da una respuesta judicial a un problema político, porque eso es Panamá Papers. 
En resumen no es solo la política argentina quién vive un momento, al menos, complejo sino también la Justicia se ve acorralada por intereses que ponen en jaque la libertad de la democracia y la aplicación del límite de lo legal.