BERNI: SÚPER MINISTRO DE INSEGURIDAD Y SUICIDIOS

 

Por Prof. Joaquín G. Puebla

 

Hay funcionarios y funcionarios pero, Sergio Berni, se lleva las palmas por ser un funcionario fuera de control. Le gusta las cámaras de Tv más que el dulce de leche; se pasea por los canales hablando de la pandemia del Covid – 19 y tiene el título para hacerlo en su calidad de médico pero no habla de la otra pandemia que está azotando al conurbano bonaerense y, principalmente, a La Matanza, que es la inseguridad; de esto debería hablar y hacer porque su cargo así lo exige dado que es el ministro de seguridad de la provincia.

 

 

Expertos, que algo saben del tema, aseguran que “Berni parece que conduce pero no maneja nada, él está dónde hay cámaras de TV y con eso basta” y agregan que “García (por el Comisario General Daniel “Fino” García, jefe de “La Bonaerense”) es el que digita todo. Berni cree que lo tiene controlado pero El Fino es un tipo siniestro que teje telarañas a la sombra”.

 

 

Sergio Berni supo ser Ministro de Seguridad de la nación durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, no se siente “muy a gusto en la provincia porque lo ve como un cargo de menor jerarquía y, él, anda buscando nuevos horizontes”.

 

 

Durante su estancia en la función ministerial nacional “fue uno de los ministros más ricos de ese gabinete”, confirman fuentes oficiosas y afirman también que “Su mujer no se queda atrás” (Daniel Seiferthttps://borderperiodismo.com/2015/10/08/la-explosiva-fortuna-de-la-mujer-de-berni/).

 

BERNI NO HABLA DE LOS SUICIDIOS DE LOS POLICÍAS

Mientras “Súper Berni” se exhibe manejando motos de alta cilindrada (suele exhibir 3 motos BMW en su oficina de Puente 12 – algunos sostienen que ahora “solo hay 2 porque los Patas negras le chorearon 1”) y armas sofisticadas que, a valor de mercado, superan los 90 mil mangos (pistola BERSA Thunder PRO empotrada en lo que parece ser un kit tipo RONI),

 

 

los policías que ponen en pecho en las calles tienen ingresos muy cercanos a la línea de pobreza.

 

 

Más allá del “vedetismo político” de Berni nos encontramos con una realidad que nos dejó bastante sorprendidos: la enorme cantidad de suicidios que se están dando en los integrantes de la Policía de la provincia de Buenos Aires y, sobre el cual tampoco, Berni habla.

 

 

La nota de Josefina López Mac Kenzie (para Bordeperiodismo), titulada: “SUICIDIOS, LA TRAGEDIA SILENCIOSA DE LA POLICÍA BONAERENSE” la mencionada periodista (https://borderperiodismo.com/2021/04/26/suicidios-la-tragedia-silenciosa-de-la-policia-bonaerense/) encara este tema tan sensible y del cual, muy poco se habla.

 

 

 

En la mencionada nota, la periodista nos cuenta que “Un policía de 36 años se suicidó hace dos semanas con su arma reglamentaria y el uniforme puesto, dentro de su auto y frente a su casa, en la localidad bonaerense de Presidente Derqui. El parte urgente, caratulado SUICIDIO, dice que lo encontraron sus compañeros de la Unidad de Prevención de Policía Local de Pilar, adonde no se había presentado a trabajar. Su caso engrosa una estadística dura, de la que se habla poco y nada: en el último lustro se suicidaron en promedio 30 agentes por año en la Policía Bonaerense, la fuerza de Seguridad más numerosa del país y una de las mayores de Sudamérica

 

 

y continua diciendo que “Según datos oficiales de la fuerza –que hoy tiene 90.800 efectivos–, los suicidios fueron al menos 39 en 2016; 30 en 2017, 31 en 2018, 32 en 2019; y 18 en 2020. La cifra está muy por encima de lo que ocurre en la población civil. Según los últimos datos de la Dirección de Estadística e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud de la Nación, en 2018 hubo en la provincia de Buenos Aires siete suicidios cada 100.000 habitantes (1.170 casos, de una población de 17.196.396 estimada por el Indec para ese año). Mientras que en la Bonaerense –que ese año tenía unos 93.000 efectivos– se suicidaron 31 (33 cada 100.000)”.

 

 

Consultado para esta nota, el subjefe de la fuerza, comisario general Jorge Figini, admite que el tema los preocupa. Explica que son más los policías que se suicidan que aquellos caídos en acto de servicio o fallecidos en accidentes de tránsito. ‘Son datos que nunca podremos llevar a cero, pero debemos trabajar fuertemente para reducirlos a cifras lo más acotadas posibles’, dice Figini” explica Josefina López Mac Kenzie y añade que “El patrón general se da con el arma reglamentaria y cuando los agentes que llegan a este desenlace están de franco. En segundo lugar están los casos ocurridos después de cometer un crimen. Por ejemplo, un femicidio, como pasó en marzo en General Madariaga, donde un policía de la Delegación Departamental de Investigaciones de Pinamar se disparó después de asesinar a balazos a una mujer. O en Pehuajó, donde en mayo un efectivo de la Policía Científica se suicidó tras matar a su novia y a su hermano”.

 

 

En uno de los subtítulos, “SOS UN PEDAZO DE CARNE”, López Mac Kenzie recoge varios testimonios (muy valiosos por cierto) en la nota y los entrevistados, relatan que “Mientras sigamos tratándonos como meros números, como jerarquías, sin humanizarnos en la tarea, van a seguir apareciendo los Martín pegándose un tiro en la boca’, dice un policía de 45 años al conocer el caso de su compañero de Presidente Derqui. Su comentario resume el sentir de muchos en este universo semi cerrado (predominan las parejas entre policías), regido por jornadas laborales sin fin, sueldos bajos y la vulnerabilidad de convivir con un arma de fuego. Y donde no hay demasiado margen para lo emocional. Ni antes ni después de los hechos”.

 

 

Otro comentario sostiene que “Cuando un compañero se suicida o si lo matan delante tuyo, vos tenés que seguir como si nada, no hay ni un día para procesar eso’, dice otro oficial, de 34 años, con siete de trabajo en comisarías del Gran Buenos Aires. Dice que el suicidio hacia dentro de la Policía ‘es un tabú’, y enumera tres víctimas que conoció: un subteniente que estaba muy endeudado; un perito en balística cercano a retirarse; y el caso dramático de una joven oficial que se disparó en la cabeza delante de la comisión policial (que él integraba) que acudió a contener la emergencia, alertada por sus familiares, en su casa de Berisso”.

 

 

Vivís mal dormido y comido, sometido por la institución y por la sociedad. No sos una persona. Sos un pedazo de carne –dice el mismo efectivo–. Súmale frustraciones de pareja o deudas, que muchas veces son para pagar adicciones, en general a la cocaína. Entonces, el arma te puede poner entre la debilidad de ‘hacerte cartón’ [en la jerga, significa colgar el uniforme y el arma, y pasar a cumplir tareas administrativas] y la tentación de tomar otra decisión irreversible” dice otro testimonio y hay uno más que señala que “Tres compañeros de mi promoción de la escuela Vucetich se suicidaron con su arma cuando tenían entre 18 y 21 años’, recuerda entre lágrimas una subcomisaria con 20 años de antigüedad. ‘Sonia, una chica callada, del interior, había agotado las instancias para que la dejaran trabajar cerca de su casa, pero la mandaron al Conurbano. Estaba embarazada y se disparó en la panza a la vuelta de la Jefatura departamental de Azul. Matías, un chico increíble, uno de los mejores promedios y el amigo que cualquiera quisiera tener, se suicidó en La Plata. Era muy autoexigente y su novia lo había dejado. Dejó tres cartas’. Su tercer ejemplo es el de un joven de Mar del Plata, hijo de un alto funcionario policial, que se suicidó después de sobrevivir a un choque”.

 

 

En otro de los subtítulos de la mencionada nota (LA SALUD MENTAL EN LA BONAERENSE) López Mac Kenzie va al dato estadístico y explica que “En agosto de 1979, a mitad de la dictadura, una circular de la Bonaerense se abocaba a “medidas prevenir y evitar los suicidios”. En el primer semestre de ese año se contaban ocho suicidios y dos tentativas (la fuerza tenía entonces 35.000 efectivos). El 57% de los casos se asociaba a problemas familiares, el 29% a alcoholismo y el 14% a ‘trastornos mentales’, según un Gabinete Psicotécnico creado un año antes, justamente ante la preocupación por este tema. Cuatro décadas después, la institución considera al suicidio ‘un flagelo que es la primera causa de muerte evitable en nuestro personal. Así surge de un informe interno de la fuerza -al que accedió BORDER- fechado el 31 de marzo, al cumplirse un año de la creación de un Centro de Atención Telefónico de Apoyo Psicológico para evacuar consultas del personal policial en la coyuntura de la pandemia (La línea de atención para apoyo psicológico para personal policial es el 0221-4293000)”.

 

LA BOLU…

 

No saben la que me acabo de mandar? pedí un móvil por consulta porque se pegaron dos perros, increíble, cuando llegaron me dijeron ¿enserio pediste un móvil por esto? quede re idiota, yo no sé lo que se hace cuando se pegan dos perros, que se yo!, encima la señora se puso re mal ahí, no re bardiee ahora ¡!quede re estúpida!!

 

 

El párrafo anterior es el relato de una telefonista del 911 que anduvo circulando por la redes sociales, si bien es un error, no deja de ser cómico pero, a su vez, es dramático por da una somera idea del estado profesional de la principal fuerza de seguridad del país.