LA JUSTICIA Y LA POLÍTICA ¿VAN DE LA MANO?

 

Por Prof. Joaquín G. Puebla

Extracto de la conferencia que brindó J. D. Perón en la sede de la CGT, el 25 de octubre de 1973 bajo el título “Los dirigentes sindicales”: “…La política es un medio insignificante que utilizamos muchas veces para elegir entre nosotros a algunos que consideramos más capacitados, aun cuando nos equivocamos, porque los estadistas, como los dirigentes, no se hacen por decretos o elecciones. Ellos nacen con el óleo sagrado de Samuel, suficiente para que los demás le crean y le obedezcan. Y, en ese camino, el hombre es tan bueno e ingenuo, que llega a considerar infalible al hombre que, por lo menos, se equivoca menos y acierta unas cuantas veces...” y agregó que “…Cualquiera puede conducir políticamente a grupo de militantes, pero solamente el dirigente capacitado, preparado y con una voluntad férrea es capaz de alcanzar el poder. Pero las batallas no puede ganarlas un general por sí sólo, debe tener un ejército bajo su mando para alcanzar el objetivo deseado, y dentro de ese ejército, cada soldado, cada ordenanza, cada cabo, sargento u oficial es de vital importancia…

 

 

Extracto de un reportaje a Hipólito Paz, Canciller durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón: “…Lo conocí cuando debí conocerlo. El país silbaba una música política inaudible para otros oídos que no fueran los de él. Él la escuchó y le puso letra y además pasión, porque el General tenía sentido de la historia. Yo he visto esa generación diferente a la de los quinieleros de la política preocupados siempre por encontrar las dos últimas cifras de cualquier fórmula presidencial. Perón comprendió aquello que Chésterton había visto con toda lucidez: que el santo que convierte más a cada generación es el santo que más la contradice (también afirmó que todo santo tiene un pasado y todo pecador tiene un futuro). Y eso él lo percibió con una enorme intuición histórica y lo supo hacer. Sé dio cuenta, en ese desierto de piedra que vivíamos los jóvenes en el año 1943, que no había una clase dirigente por la muy sencilla razón de que la clase dirigente era una clase dirigida. Y que el país necesitaba una savia nueva que lo sacar del estupor y la pachorra de la que no podía reaccionar. Y él lo hizo…”

La política y la justicia no van de la mano ni debería hacerlo. pero en nuestra empobrecida Argentina, la justicia juega a la política y como no saben de política meten la pata en forma estrepitosa.

Ni en la política ni en la justicia hay casualidades, siempre hay causalidades que delimitan el terreno dónde se ha de jugar el partido por el poder.

La política, en todos sus niveles, siempre manejó a la justicia, pero sucede que la justicia se dio cuenta que los políticos de estos tiempos tienen debilidades muy marcadas por los dineros públicos y eso le abrió una enorme puerta para meterse en el juego por el poder.

Según la constitución hay tres poderes del estado, pero en realidad, hay cinco.

El primer poder, por ser el más poderoso, es la corrupción seguido por el poder ejecutivo. Luego viene el poder legislativo y el judicial. Detrás de estos está el poder económico y los medios de comunicación que están encolumnados que están a la zaga de los negocios. Por último, está el poder de la gente que debería ser el primero, pero como todos sabemos es al que menos bola le dan los otros poderes.

 

 

Todos estamos al tanto de los sucedido en los últimos días donde la Vicepresidenta, (https://noticiasargentinas.com/politica/la-defensa-de-cristina-kirchner-alegara-en-octubre-ante-el-tribunal-tendra-tres-dias-como-maximo y https://noticiasargentinas.com/politica/cristina-kirchner-a-los-fiscales-agarren-la-constitucion-y-los-libros-de-derecho-que-no-muerden) Cristina Fernández de Kirchner está siendo juzgada por la corrupción en el manejo de la obra pública en Vialidad Nacional.

 

 

Los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola, tras su exposición en el juicio, le dieron aire político (https://noticiasargentinas.com/politica/el-frente-de-todos-se-reagrupa-para-respaldar-a-cristina-kirchner-cuando-atacan-a-uno-atacan-a-todos) a Cristina Fernández de Kirchner y, sin querer queriendo, también le dieron aire al gobierno porque la causa judicial ganó la centralidad de los medios de comunicación  y dejaron un poco de lado el tema del ajuste económico que está aplicando el Ministro de Economía Sergio Massa.

 

 

Como señalé, párrafos arriba, que en la política ni en la justicia hay casualidades, siempre hay causalidades. El “partido Judicial” hizo su movida y, ahora, la política va a empezar a realizar la suya.

Desde la presidencia de Menem a esta parte la justicia primero se prostituyó y luego tomó conciencia de su poder y armó el “Partido Judicial” que, si bien no están afiliado al mismo todos los fiscales y jueces, hay un importante bloque que mueve sus fichas según la conveniencia o la connivencia del momento.

 

 

La política va a aprovechar los próximos meses para inundar la cabeza de los ciudadanos con mensajes de persecución política y otras cosas por el estilo porque los tiempos judiciales son tan laxos que recién habrá alguna definición hacia marzo del 2023, justo a tiempo para que los políticos comiencen a analizar las candidaturas de cara a las elecciones.

 

 

No sé si Cristina Fernández de Kirchner es culpable o no, lo único que sé que la legitimidad que le dé el pueblo, a través del voto, la va a condenar o no. A eso se reduce todo, si la gente la vota mayoritariamente las causas judiciales se van a ir extinguiendo una por una porque el “Partido Judicial” también sabe leer los resultados electorales.

 

 

Si la jugada política de Sergio Massa sale bien, el Frente de Todos tendrá oportunidad de gobernar de nuevo o, en su defecto, el peronismo. Si lo de Massa sale mal vamos a estar todos mal y la oposición tendrá sus chances de gobernar, más allá de los nombres que se están barajando ahora.

 

POLÍTICA, PODER Y CORRUPCIÓN

 

La política es poder y no es posible el poder sin política. El poder no es una mala palabra de la cual hay que alejarse. Sin poder, no es posible alcanzar metas comunes, construir un estado, desarrollar un estado, defender los intereses de la mayoría de los ciudadanos, etc. La definición más básica del poder es la posibilidad de conseguir lo que se quiere.

 

 

Obviamente, no todos quieren lo mismo, ni piensan conseguirlo de la misma forma. Los políticos quieren poder, la gente quiere el poder de realizar su vida cotidiana. Pero que políticos y ciudadanos quieran poder no implica que quieran el mismo tipo de poder; y, sin embargo, en la vida cotidiana están ligados indisolublemente. El político no tiene legitimidad sino a través de la aprobación ciudadana. El ciudadano delega en los gobernantes y dirigentes la generación de condiciones para el poder hacer cotidiano.

Cuando se piensa en política, también debe pensarse en la comunicación de la política. La política es comunicación y es percepción. Es imposible desarrollar acción política sin generar acción comunicacional. Paúl Watzlawics (Paul Watzlawick – 25 de julio de 1921, Villach – 31 de marzo de 2007, Palo Alto, California – fue un teórico, filósofo y psicólogo austríaco nacionalizado estadounidense. Fue uno de los principales autores de la Teoría de la comunicación humana y del Constructivismo radical, y una importante referencia en el campo de la Terapia familiar, Terapia sistémica y, en general, de la Psicoterapia) en referencia a la conducta humana en general, dice: “Hay una propiedad de la conducta que no podría ser más básica y por lo cual suele ser pasada por alto: no hay nada que sea contrario a la conducta”, es decir, no hay no – conducta, dado que es imposible no comportarse. Si se acepta que toda conducta en una situación de interacción tiene un valor de mensaje, es decir, de comunicación, se deduce que por mucho que uno lo intente, no puede dejar de comunicar.

 

 

El proyecto político que encabeza Alberto Fernández se ha agotado en sí mismo, ni el conductor ni sus allegados tiene la posibilidad de romper los márgenes impuestos apelando a una pequeña cuota de audacia política. En esta grisura o meseta, sólo aspiran a conservar sus puestos en el aparato del estado, es decir, están languideciendo, para este momento han ido preparando el campo polarizando todas las posturas políticas hacia el centro y provocando en la sociedad y en sus militantes, un nivel de indiferenciación que hace dudar, por reducción al absurdo, del valor político del proyecto

Volver a darle centralidad política a Cristina Fernández de Kirchner es una jugada fuerte, en términos políticos, porque le está dando aire a un gobierno agobiado por su propia dinámica abrasiva y falta de realizaciones.

La corrupción estructural se transforma en corrosión y, la corrosión es tan brutal y evidente que pone en peligro al sistema de corrupción original. Mantener esta situación es políticamente suicida. Lo es para los protagonistas, pero también para quiénes toleran el sistema sin denunciarlo.

 

 

Hay límites que la ciudadanía está empezando a valorar, hay temas que los votantes van a utilizar como variable a considerar a la hora de emitir su voto. La pandemia y el encierro ha modificado algunas tendencias del pensamiento político en la ciudadanía y, de eso, todavía la política no tomó nota y pueden llevarse una enorme sorpresa a contar los votos a la hora del escrutinio.