¿POR QUÉ LA MATANZA NO AVANZA?

Por Lic. Pablo Bello

¿Cómo se explica que la misma dirigencia nos gobierne desde hace tanto tiempo?. Ensayemos una respuesta, tratando de entender cómo las formas de competencia política pueden generar distintas maneras de gestión de los asuntos públicos.

La gestión municipal actual de La Matanza es mediocre, sí, pero funciona. Sin innovación, sin visión estratégica ni grandes obras, con un organigrama sobredimensionado y mucho personal “ñoqui”, con nichos de corrupción y cajas negras de recaudación, sin aspiraciones de calidad, sin participación vecinal… y, aun así, “la gestión municipal funciona en lo más básico”. Hay cuestiones estructurales sobre las que el municipio tiene una responsabilidad concurrente o compartida con la gobernación provincial, no se puede achacar toda la negligencia burocrática o poca calidad de servicios solo a la municipalidad. Con lo cual el “malestar” del vecino se reparte entre muchos actores (las empresas de servicios, los niveles superiores de gobierno, la “Justicia”, y otros actores)…si todos hicieran bien su trabajo y, solo la municipalidad cometiera errores garrafales de gestión, entonces la gestión municipal estaría más expuesta…pero la verdad es que la gestión municipal se mimetiza con la mediocridad general, con lo cual hay muchos vecinos que ya han naturalizado este funcionamiento como “normal”, estamos en un momento donde nuestra cultura política contiene tanto la queja como el conformismo.

Otra parte importante de la explicación es que la forma de elección de autoridades municipales y las alianzas políticas que supieron lograr los responsables políticos de la gestión municipal los han favorecido; es decir, la elección en la forma de gran boleta sábana que existe en Provincia de Bs As, un distrito sin gran cultura cívica y sin propensión al corte de boleta, y el cronograma conjunto de elecciones donde se vota el mismo día para cargos nacionales, provinciales y municipales, le ha servido al elenco oficialista para que nunca su gestión haya sido plebiscitadao sea, en la mayoría de los electores matanceros primaron las decisiones sobre candidatos nacionales y provinciales, los candidatos locales matanceros y los temas del ámbito local vienen quedando en muy segundo plano a la hora de votar.

La logística publicitaria y de fiscalización del oficialismo matancero es muy fuerte en las campañas y en el día de la elección, ese día sí que los ñoquis se ponen las pilas, eso resulta definitorio en una elección pareja y disputada en el ámbito distrital. Muchos recordarán la elección del año 1999, donde confrontaron las candidaturas a intendente de Lidia Satragno “Pinky” y Alberto Balestrini, muchos radicales todavía dicen que su candidata había sacado más votos pero en el recuento por falta de control y fiscalización fue derrotada (según figura en la justicia electoral por apenas 9 mil votos).

Otro punto importante es que los candidatos opositores en el distrito tampoco levantan mucho interés del electorado disconforme.

En el 2015 el oficialismo local compitió en una boleta sábana en la cual, su candidato a presidente, Daniel Scioli y, a gobernador, Aníbal Fernández, fueron derrotados; sin embargo aun así, sin tener el efecto “Tracción” de candidatos ganadores en las categorías superiores (la lista sábana), la candidata oficialista (Verónica Magario) sacó más votos que sus dos principales listas opositoras sumadas.

Hay una incapacidad y dificultad para un armado sectorial y territorial en este complejo y extenso municipio. El costo económico para armar una campaña competitiva también atenta contra las chances opositoras, no es lo mismo montar una campaña en Morón que en “la quinta provincia”. Muchos opositores dicen que la única forma de ganarle al actual oficialismo es dividiendo el municipio. Dividir el municipio, seguramente, tendría consecuencias electorales y alteraría notoriamente la dinámica política, pero en un primer momento y por un lapso de unos cuantos años también afectaría negativamente la gestión municipal, de cualquiera de las nuevas municipalidades que surgiesen. Armar un nuevo municipio y ponerlo a funcionar no es como “no es como cambiar el auto, o como desenganchar vagones de un tren para ir más rápido”.

Con un sistema electoral distinto, sin lista sábana, con más igualdad en las condiciones de competencia (por ejemplo con la boleta única de papel), con fechas diferenciadas para las elecciones municipales y el resto de las elecciones (como sucede en otros países de Sudamérica y el mundo) y con algún candidato opositor que, por distintas condiciones, pueda conquistar la expectativa del vecino-elector disconforme en varias localidades, entonces la hegemonía de Espinoza y compañía se vería más amenazada, y quien gobierne, sea el actual oficialismo u otra fuerza debería poner más énfasis en una buena gestión, que en definitiva es lo que le interesa al vecino más allá de las alquimias electorales.